Breve paso por Bali

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Salí una semana antes que Ander de Australia, como él ya había estado en Bali hacía mes y medio, yo empezaría a recorriéndolo con Ramiro, uno de nuestros amigos chilenos que conocimos en Australia. Llegué al aeropuerto nerviosa por el inicio de nuestra aventura y despistada sin ninguna razón más que mi manera de ser, y se me olvidó pedir el visado extensible. Lo había mirado y sabía perfectamente que tenia que pagar 35US$ para solicitar el VOA (visa on arrival), pero acabé pidiendo la Visa Free entry (no extensible) y gratuita. Así que decidimos comprar lo antes posible un billete de salida con el destino más económico, Malasia , no hay mal que por bien no venga. Yo había pasado un mes y medio en el 2015 y me encantaba la idea de volver con Ander.

Nada mas llegar al hostal en «taxi» por 100.000IDR, me encontré con Ramiro, su primo y al resto del grupo que habían conocido ahí. Esa noche salimos de fiesta al Sky Garden. No estaba para mucha fiesta ya que la noche anterior había sido mi despedida y llegue al aeropuerto casi arrastrándome bien prontito por la mañana para par tomar el avión. Pero ¿cómo me iba a resistir a mi primera fiesta en este país y en la más mítica discoteca de kuta? Y gratis ¡Mi número favorito!. Había llegado en domingo y daba la casualidad que las chicas entran gratis con dos consumiciones, ¡HAH! Dos consumiciones cada vez que te acercabas a pedir, vamos que salías con dos copas en la mano así que nos pasamos acumulando bebidas y volviendo a la cola hasta las 23:00 cuando ya se terminaba la promoción. Evidentemente no me pude beber ni la mitad de lo que pedí pero el resto ya se encargó de eso. Fue una noche muy divertida la verdad.

Al día siguiente alquilamos unas motos y decidimos ir hacia Ubud, yo iba con Nol una de las francesas del hostal que por suerte era más que una experta en moto y podía seguir al p* chalado de Ramiro que conducía como si llegar a Ubud lo antes posible fuese su misión en la vida. Era mi primer contacto con Indonesia y Kuta es una de las zonas con más tráfico de la isla, y por supuesto no tenía ni idea de cómo conducían. Al principio intenté conducir para refrescar un poquito, pero en cuanto ví que me adelantaban por todas partes pitando, le dije a Nol que lo llevara, ya habría tiempo de refrescar.

Nuestra experiencia en Ubud fué bastante intensa ya que no paramos apenas. Tras instalarnos en LAGAS HOSTEL, hacer la primera vuelta rutinaria por las calles y pasear mientras decidíamos el plan de los siguientes días, los chicos decidieron cenar en un restaurante que parecía muy agradable. No es que no me gusten los restaurantes de comida «occidental» pero para comer hamburguesas no había venido a Indonesia.

Me encanta probar sabores nuevos y apenas había probado la comida de este país, pero ya habría tiempo y sabía que con Ander iba a hartarme de comer en Warungs (restaurantes o puestos locales). Así que no me importó en absoluto adaptarme y comerme una suculenta hamburguesa, que resultó ser del tamaño de la palma de mi mano (MI MANO, no me refiero a la mano de una persona de tamaño normal, no, mi mano). Por supuesto nos cobraron las tasas y el servicio, así que no quedé muy satisfecha, pero bueno tampoco dramaticemos, que estaba buena.

 

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Al día siguiente me costó salir de la habitación ya que me despertó la única compañera de habitación que quedaba a parte de mí, estresada porque no podía abrir la puerta y tenía que coger el autobus en breves. Así que bueno, mientras ella golpeaba la puerta yo gritaba por la ventana a ver si alguien nos ayudaba, nada grabe, consiguieron abrirnos después de 10 minutos.

Primera parada, Monkey Forest, un parque cerrado donde por 40.000IRD puedes pasar una agradable mañana visitando esa pequeña selva en medio de Ubud y disfrutar de la exótica experiencia (que para mí lo era) de dar de comer a los monos. Compramos unas bananas e intentamos atraer a los monos para poder sacarnos una foto con ellos. Hay que decir que aunque sea un recinto cerrado los monos están libres, pero se han acostumbrado a los turistas y a que les den de comer, (Como los walabies de Morriset Park en Sydeny que son como perritos). Tengo que reconocer que me encantan los animales que la gente más odia (los posum me parecen adorables y el diablo de Tasmania es mi animal favorito, y sí, sé que no es el de los dibujos animados desde que tenía por lo menos 8 años), así que me parecieron todos preciosos, hasta el que me meó en el brazo… .

Pasamos por unas plantaciones de arroz, muy grandes y llamativas, pero muy turísticas y no sé por qué a mí me daba que ahí ya no se plantaba mucho arroz. Sería mi rapidez intelectual, capacidad de observación y análisis de situaciones, instinto de mujer o que ahí ya no había ni hierbajos después de que todo cristo lo pisara todos los días.

De vuelta decidimos ir por otro camino y descubrir senderos nuevos, me pareció ver unos arrozales sencillos pero con encanto al lado de un campo en el que había chicos jugando a futbol y chicas a voley ball. Enseguida se pusieron Ramiro y Nico a sudar mientras intentaban quitarle la pelota a esos niños mientras nosotras fuimos a sacar fotos caminando entre los arrozales buscando la foto perfecta, mientras un sequito de niñas nos perseguía e imitaba mientras nos hacían preguntas.

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Esa noche decidimos hacer el ascenso a Mount Batur, un volcán a hora y media de Ubud. Había que contratar un tour, pero decidimos hacerlo por nuestra cuenta. Intentamos dormir (sin éxito) en las hamacas, sillones del hostal hasta las 2am que decidimos tomar las motos y salir. Ni yo ni Nol teníamos ropa suficiente para cubrirnos ya que la habíamos dejado en Kuta, así que a falta de chaquetas, nos tapamos con todo lo que teníamos, más un par de sábanas y a tirar millas. Todas las gasolineras estaban cerradas, cosa en la que no caímos antes de salir (ahí me falló mi capacidad de análisis de situaciones), así que nos costó pero llegamos a duras penas. Aparcamos las motos en el punto de partida antes de ascender, y fuimos directos hacia el sendero. En breves un guía que iba con un grupito nos preguntó dónde estaba el nuestro y en cuanto le dijimos que no necesitábamos y que no lo habíamos contratado se empezó a alterar un poco: que nadie podía hacerlo sin guía, que teníamos que pagar, que en cuanto bajáramos teníamos que pasar por la oficina etc. Para evitar que fuese a mayores aceleramos el paso y nos perdimos en la oscuridad. Después nos enteramos en otros blogs y por boca de viajeros, que la mafia y el negocio que tienen montado en torno a este volcán obliga a pagar y contratar un guía que NO NECESITAS EN ABSOLUTO, y que si intentas subir por tu cuenta te pueden echar a empujones y de manera muy violenta. La subida no fue ni muy dura, ni muy larga pero se hizo un poco pesada, ya que había mucho tráfico y tenías que ir parándote continuamente. Llegamos a la cima a punto para el amanecer, todo un espectáculo. Por suerte a la bajada no nos prestaron atención y nos fuimos enseguida, sin ningún problema.

Condujimos directos hasta Kuta.

Tras descansar bien, aprovechamos para alquilar otras motos en nuestro nuevo hostel por 50.000IDR el día, era el último día de Ramiro, Nico, Nol y Friedel ya que al día siguiente salían para las islas Gili. Decidimos pasar el día en una de las playas de Uluwatu, Suluban.

Relajarnos en la playa y disfrutar.

Me despedí de Ramiro y los demás ya que decidieron dejar Bali e irse a las islas Gili antes de tiempo. Yo quise esperar a Ander en Kuta un par de días. Esa tarde tras escribir un rato y aprovechar un poco más la piscina quedé con Oka, un Indonesio con el que coincidimos en el primer hostel. Me vino a buscar y volví a Gong Corner I. Esa noche me quedé charlando con él y Diego un chileno mientras nos bebíamos unas Bingtang.

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Conocí a mucha gente gracias al hostel ya que casi todos estábamos solos y siempre encuentras a alguien con el que compartir experiencias y conversación, pero no lo recomendaría ya que a Nol le robaron el móvil y a Ramiro unas zapatillas. Diego el chileno me comentó que tenía sospechas de que le había desaparecido algo de dinero y a mí de repente me aparecieron en mi taquilla (cerrada con llave) dos objetos que no me pertenecían. (a alguien le dieron la copia de la llave de mi taquilla y a ese alguien no se le ocurrió que es raro abrir una taquilla y encontrarte cosas dentro, así que dejó sus cosas entre las mías y la cerró.)

Decidimos volver al hostel con piscina en el que había estado anteriormente y movernos con moto desde Kuta una vez llegó Ander.

Teníamos mil cosas pendientes que solucionar de Australia y preparar antes de comenzar por fin nuestro gran viaje. Así que nos tomamos unos días de planificación.

Intentamos aprovechar lo máximo posible antes de partir hacia las Gili. Casi todos los día lo pasábamos fuera de Kuta, en Seminyak para disfrutar de unas cervecitas en unos relajantes pufs con música en directo y mientras veíamos la puesta de sol, las playa de Uluwatu a las que nos dio tiempo a ir, Dreamland Beach y la que nos enamoró Bingin Beach. Dato para la próxima vez que vayamos a Bali QUEDARNOS EN ULUWATU.

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Uno de los días pasamos por el mítico templo de Tanah Lot, está dentro de un recinto en el que hay que pagar para entrar y puedes observar entre otras cosas el pequeño templo encima de una roca, y compartir las vistas con otros 200-300 turistas. La estampa, sinceramente, ni fu, ni fa. Pero supongo, es algo curioso a lo que hay que ir.

Y por fin, una vez tuvimos todo preparado, nos embarcamos en nuestro siguiente destino: LAS GILI!

 

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